La granada contiene hidratos de carbono (en forma de azúcares) en una buena cantidad, superior a la mayoría de las frutas. En proteínas alcanza el 1 % una cantidad respetable teniendo en cuenta que se trata de una fruta fresca. Las grasas no superan el 0.3 % de su peso. La granada es rica en vitaminas C, E, B6, contiene también cantidades de vitamina B1, B2 y niacina.
Entre los compuestos no nutritivos destacan los siguientes:
- Taninos. Estos proporcionan una acción astringente y antiinflamatoria en las mucosas del tracto digestivo
- Ácido cítrico. Este da el sabor acidulado y regenera la flora bacteriana intestinal.
- Antocianinas. Estos actúan como antisépticos y antiinflamatorios en el conducto digestivo y también son antioxidantes.
- Pelletierina. Esta hace expulsar los parásitos intestinales.
Estos componentes dan a la granada propiedades de; astringentes, antiinflamatorias, remineralizante, alcalinizante y depurativa. Su uso está especialmente indicado en los siguientes casos:
Trastornos intestinales. La granada es conveniente en casos de diarrea infecciosa debidas a gastroenteritis o colitis. También son benéficas cuando hay flatulencias (exceso de gases) y cólicos intestinales.
Acidez de estomago. Por su efecto astringente, detiene la producción de jugo gástrico y logra desinflamar el estomago irritado.
Anemia por la falta de hierro. La granada aporta cobre 70 µg/100 gr, oligoelemento que facilita la absorción del hierro.
Arterosclerosis. Por su riqueza en flavonoides y en vitaminas antioxidantes (C, E) detienen el envejecimiento arterial, resultando como preventivo a los infartos.
Hipertensión. Por su riqueza en potasio y la carencia en sodio conviene a la dieta de los hipertensos.
Trastornos del metabolismo. Es recomendable en casos de gota, exceso de ácido úrico y obesidad, por su efecto alcalinizante y depurativo.