Las mismas estadísticas reflejan que en cuanto se sobrepasa esta dosis de vino (200 ml o 20 gr de vino diarios de alcohol puro) aumenta la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, y se favorece la aparición de otras muchas.
La posible acción benéfica del vino tinto (no la del vino blanco) se ha atribuido a los flavonoides de tipo fenólico: estas sustancias proceden de la uva y de la cascara, y le otorgan el color típico rojizo al vino tinto. Su acción consiste en impedir la oxidación de las lipoproteínas, y con ello, el depósito de colesterol en las arterias conocido como arterosclerosis. Las frutas en general, y la uva en particular, son las mejores fuentes de flavonoides.
Es decir, que lo poco de bueno que pueda haber en el vino, procedente de la uva. Resulta pues mucho más saludable para el corazón y para todo tipo el organismo, el comer directamente las uvas o beber el jugo de uva.