Afecciones digestivas: la cebada perlada, la harina de cebada y sobre todo los granos malteados y la harina de malta, son muy bien toleradas por el estómagos delicados. El consumo conviene en casos de gastritis, dispepsia “mala digestión”, ulcera gastroduodenal, gastroenteritis y colitis. Al igual que el trigo y el centeno, no se debe consumir en caso de padecer celiaquía “intolerancia al gluten”.
Exceso de colesterol: el consumo de cebada en cualquiera de sus presentaciones; integrales (granos mondados), copos, harina integral, harina semi-integral y harina malteada: estas producen una reducción significativa en los niveles de colesterol total, colesterol LDL (nocivos) y triglicéridos.
El consumo de cebada, como el de todos los cereales integrales, se ha demostrado eficacia en la prevención de la arterosclerosis y los trastornos circulatorios. Este alimento no debería faltar en la dieta de las personas que tienen un riesgo elevado de padecer enfermedades coronarias.
Diabetes: los animales diabéticos de experimentación, alimentados con cebada, presentan unos niveles menores de glucosa en sangre que los animales alimentados con trigo.
Afecciones del colon: la fibra de la cebada contribuye a evitar el estreñimiento y todas sus complicaciones, incluido el cáncer de colon.