La carne es una fuente importante nutritiva en cuanto al aporte de proteína, pero también produce una cantidad importante de problemas. Por ejemplo, la gente sobreestima su necesidad de proteína, la cantidad diaria recomendada de proteínas es de 44 a 60 gramos, la cual es más que adecuada; sin embargo, la gente consume de 2 a 3 veces más esta cantidad. Una parte importante del exceso proviene de alimentos de origen animal.
Por ejemplo, después de la segunda guerra mundial, en algunos países occidentales se consumía como promedio anual 23 kilos de carne por persona. En la actualidad se consume el doble, tomando en cuenta únicamente la carne de res. El consumo de carne de ave y de pescado está muy por encima del promedio. Sin embargo, se ha sabido durante años que una cantidad excesiva de proteína de origen animal es toxica para los riñones.
Un problema mayor aún es la considerable dosis de grasa la cual es en su mayoría saturada y el colesterol contenido en una porción de carne. Las investigaciones científicas han establecido que una dieta recargada es la culpable principal de las enfermedades actuales. Los alimentos recargados que nos están enfermando son mayormente productos de origen animal, como carne, huevo, y productos lácteos.
El problema consiste en que, el cuerpo humano puede alimentarse de productos animales, carece de protección contra las grandes cantidades de grasa y colesterol de que disponen los alimentos carnívoros. En los seres humanos, el exceso de grasa y colesterol se acumula en la sangre y comienza a fijarse en las paredes interiores de los vasos sanguinos. Como resultado, las arterias se van estrechando cada vez más a causa de la formación de placa.
Cuando el flujo de sangre disminuye o se interrumpe, los órganos del cuerpo dejan de recibir alimento y oxigeno en cantidades adecuadas, así es como se prepara el escenario para las enfermedades mortales, como las del corazón, hipertensión, ataques cerebrales (apoplejía) y diversas clases de canceres.